
Un proceso de construcción de país, que se propone revertir tendencias marcadas a sangre y fuego es una tarea mayúscula. De esclarecer mayorías, estamos hablando.
Tendencias instaladas que hablan de una cultura de especulación y parasitismo en un grupo que ha enviado a la exclusión a cientos de compatriotas para luego señalarlos como causantes de todos sus males.
Haciendo pie en una mentalidad que acompañó, incluso violentada por el accionar de ese grupo, su prédica.
En ese sentido, el programa televisivo 6, 7, 8 que toma como slogan, el mentado, “ser funcional a la derecha” aparece más bien funcional a la misma, toda vez que suplanta el análisis profundo, por una visión efectista y demagoga.
Hoy enciendo el televisor y lo primero que encuentro en un programa -podríamos decir, políticamente “neutro”- es el mensaje de una oyente que dice (tomando aire con lo acontecido): “Si tenemos una presidenta ignorante, es lógico que tengamos un DT de selección, ignorante”.
No hacía falta el: “se juega como se vive”.
No hacía falta atar el devenir; peor aún, el “éxito” de una selección de fútbol al accionar de un gobierno. Y Diego Gvirtz, en su afán demagógico lo lanzó al ruedo con tremenda irresponsabilidad. “Se la dejó servida a la contra”, dirían en el barrio.
Y no hablamos aquí de la selección en sí, que revitalizó en todo caso, el verdadero juego que identifica al argentino, arriesgando en audacia y sentido ofensivo, lejos del planteo especulativo con que obtuvo también salida, doce años atrás (cuando uno de los factores fundamentales de rendimiento consistía en que los jugadores se cortaran el cabello), y más allá de errores técnicos que no viene al caso aquí analizar.
Sino a levantar justamente el paradigma “éxito-fracaso”, que es esencia de la mentalidad “resultadista” que se critica. Esa misma que basada en “éxitos circunstanciales” en medio de un desguace fenomenal del Estado pretendió en la década del ‘90, arrojar su brutal fracaso en el estigmatizado; “vago y malentretenido argentino”, así, inicialmente caracterizado, por los “iluminados” racistas del siglo XIX.
Sí hablamos también -y ya que estamos- de un programa que toma de la realidad internacional lo que cree puede acomodar a su prédica e ignora el factor clave de poder que impone el Imperio y sus aliados para hacerse de los recursos de los países que azotan, así sea armando autoatentados.
Y que en todo caso, quienes lo sostienen pretendiéndolos “analistas puertas adentro” evitan ver la hostil interpelación a los que contradicen la versión oficial de lo sucedido en Embajada de Israel y Amia, como ocurriera en la entrevista a Luis D’Elia; que por mucho que pudiera contar acerca de diversos tópicos, fue acosado permanentemente por su crítica a la ofensiva del poder hegemónico en Oriente Medio.
Y aquí juega entonces, el hecho de introducir en la bolsa alegre y descomedida “de los que estamos de éste lado” a luchadores del campo popular con analistas internacionales decididamente pro-imperialistas, porque todos en un punto apoyan al gobierno.
Como el apelar a las alabanzas hacia la economía de nuestro país de mandatarios estadounidenses, que uno entiende como gancho para los que estando en la vereda de enfrente suelen admirarlos y tomarlos de referencia, pero que contrastan con la ausencia de especio a críticas punzantes como la de Carter acerca del segregacionismo que sufre Palestina.
O no comprendemos en nuestra lucha el genocidio que sufre aquel pueblo de parte del mismo poder que a todos nos pisó con la misma bota?
Entiendo lo bueno de esclarecerse, de descubrir un acceso a información vedada en los oligopolios mediáticos, como mérito de 6, 7, 8. En su lucha franca por desenmascararlos.
Pero acudimos aquí a su faz demagógica y "desprevenida" que actúa como un boomerang que inevitablemente termina perjudicando a quien dice ayudar.
En todo caso, programas como “El Destape”, que reza en el mismo enfoque ideológico, puede producir calidad periodística, prescindiendo de ello.
Entiendo que el efectismo, a veces levanta el ánimo; pero regirse por esos parámetros nos hace pendular hacia el cinismo.
Yo veo 6, 7, 8 a veces; salteando desde ya, las constantes reiteraciones de informes. No tengo ningún resquemor en hacerlo, a pesar de tener hacia ellos una visión crítica. Accedí también a información que ignoraba. Pero creo, han llegado a un punto de inflexión con sus proclamas, que sentaría bien, revisarlas. Aún cuando sus panelistas mismos se encargan a veces, tibiamente de criticarlas.